Constituida por cerca de 400 agricultores y adscrita a la Confederación Hidrográfica del Segura, Carrizales dispone de un derecho para el aprovechamiento de un volumen máximo anual de 7.800.000 m3 derivado de los Azarbes de Cebadas, Vieja y Mayayo. Puede disponer para su aprovechamiento de todas las aguas sobrantes que discurran por las azarbes de riego y de avenamiento o las que de ellas se deriven, las cuales viene disfrutando desde tiempo inmemorial y con título desde el 25 de octubre de 1741, cuando adquirió ese derecho por concordia celebrada en la villa de Dolores a cambio de lo que tiene obligación de mantener corrientes las Azarbes desde el punto de su término, haciendo que salgan las aguas al mar.
Parte del territorio de Carrizales está incluido en el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola; y en el año 2020, el Consell aprobó la inclusión de la zona húmeda de Los Carrizales de Elche en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) del Parque Natural del Hondo de Elche-Crevillente; ambos parques incluidos en la Red Natura 2000 y protegidos por su gran riqueza medioambiental.
Su territorio de casi 1.300 hectáreas se encuentra en su mayor parte en el término municipal de Elche, y el resto en el de Santa Pola. Con una altitud media de 1,5 metros respecto al nivel del mar, es un paraje ubicado hidrológicamente en la Vega Baja del Segura y catalogado como zona húmeda de singular importancia para las poblaciones de aves acuáticas que nidifican, siendo un área ocupada mayoritariamente por cultivos. El excelente estado de conservación de su malla de azarbes y canales, mantenidos en estado natural, convierten este espacio en un lugar excepcional desde el punto de vista ambiental y de diversidad biológica.
Los orígenes del Carrizales actual
Se ubica en la antigua Albufera de Elche, una zona semipantanosa a cota del nivel del mar que estaba la mayor parte del año inundada o embarrada. Fue a partir del siglo XVIII cuando fue colonizada y acondicionada para la agricultura, a través de los azarbes de Carrizales. De hecho, este emblemático territorio del campo de Elche se ha mantenido como zona húmeda hasta hoy gracias al empeño continuado e infatigable de los señores de Elche y, más directamente, al trabajo multisecular de los habitantes de la zona, de los antepasados de los actuales carrizaleros y de tantos otros ilicitanos. Gracias a ellos, y también a los trabajos permanentes de control del carrizo y maleza; y frente a las tendencias naturales que tendían a secarla, la Albufera siguió manteniendo una conexión hídrica con el Segura y recibiendo el agua que necesitaba para mantenerse. Sólo gracias a este notable esfuerzo humano mantenido, ya desde la Edad Media, podemos disfrutar ahora del actual Parque Natural de las Salinas de Santa Pola, una de las reservas “naturales” más valiosas de Europa.
Los diferentes usos del suelo
La agricultura es la actividad principal en las tierras de los comuneros de Carrizales. La primera subdivisión en cuanto a los diferentes usos del suelo que existen en “Los Carrizales” se centra en la distinción entre la superficie de cultivo (60%) y la superficie no cultivada (40%). Por lo que respecta a la superficie no cultivada, la mayor extensión está ocupada por las salinas; espacios naturalizados, es decir, tierras de cultivo que han sido abandonadas por falta de rentabilidad y reintegradas al ecosistema natural; caminos rurales y vías de comunicación de dominio público. Asimismo, el sistema de regadío tiene una presencia muy notable en el área, entre balsas y pantanos, azarbes, acueductos, canales e infraestructuras para el riego. Los azarbes, con 12 hectáreas, están gestionados por la Comunidad.
La superficie de cultivo se encuentra ocupada por diversas especies herbáceas y leñosas, aunque la información referente a los cultivos está distribuida por polígonos y parcelas sin que sea posible conocer la extensión exacta dedicada a cada aprovechamiento. En numerosas ocasiones las parcelas se utilizan con cultivos sucesivos en una misma campaña o bien con cultivos simultáneos compartiendo la misma parcela. En cualquier caso, y en orden decreciente, los aprovechamientos más destacados son el trigo, las palmeras, el barbecho, las plantas forrajeras, la alcachofa, el granado, el binomio brócoli/habas, el olivo y la avena. Con porcentajes menores se encuentran el melón, la cebada, la alfalfa, el romanesco, los frutales y las patatas.
Aunque su presencia en estos campos no sea demasiado abundante en términos relativos, los productos más destacados son el melón y la granada, pues al tener un origen marino y sedimentario, la tierra de la zona experimenta una concentración de sales que motiva una concentración de azúcares en las frutas, de manera que retienen mejor el agua y evita su deshidratación. Esto hace que los productos puedan conservarse en fresco durante mucho más tiempo y tengan una textura y sabor únicos.
Sistema de riego
El actual sistema de riego de esta zona (mediatizado por el clima semiárido predominante el relieve típico de llano aluvial y el elevado nivel freático del acuífero) forma parte de la red de irrigación de la huerta del río Segura. Ante estas condiciones, la secular preocupación de los habitantes de estas tierras siempre ha sido la reutilización del agua al máximo, de forma que el sistema de riego necesita de la existencia de dos subsistemas paralelos: el de irrigación y el de evacuación de las aguas. Todo se inicia en los azudes o presas de derivación que cortan transversalmente el lecho del río. De ahí parten las redes de acequias que distribuyen el riego por gravedad y que después se ramifican en una densa y jerarquizada malla de diverso tamaño (acequias, arrobas y regaderas) para llevar el agua a las diferentes parcelas de cultivo.
Esta amplia red de suministro tiene su réplica en otra de las características inversas cuyo objetivo es devolver al río el agua utilizada en la irrigación de los campos tras ser filtrada, aunque en el caso de Carrizales el agua evacuada por la malla de azarbes no va al río Segura, sino a la gola del Vinalopó en Santa Pola. Trama de evacuación interconectada y que está compuesta por escorredores, azarbetas y azarbes. La organización y estructura de las aguas muertas o de evacuación es inversa a la que posee la trama de aguas vivas o de riego, puesto que el proceso no es de reparto, sino de integración.
Para alcanzar los objetivos productivos y comerciales resulta imprescindible llevar a cabo una eficiente modernización de los regadíos que derive en una mejora de la rentabilidad del campo y en una racionalización óptima de los recursos hídricos disponibles. Teniendo en cuenta aun así que la red de riego histórico por gravedad debe ser conservada, ya que los riegos intermitentes por inundación impiden la salinización del suelo y los caudales de agua dulce que se aportan a los acueductos, y que provienen del drenaje de los campos, mejoran la calidad del agua.
Así mismo, la Comunidad de Regantes de Carrizales, en la búsqueda de producciones de elevada calidad que aprovechan las singulares características del suelo, decidió la creación de una marca o sello de calidad que sirve para identificar sus productos propios, cosa última que ha conseguido en el melón de Carrizales, uno de sus cultivos más emblemáticos, ya que se adapta perfectamente a la tierra y a las condiciones climáticas de la zona, proporcionando un fruto que combina una textura firme y crujiente con un dulzor extraordinario; a la vez que se consigue la revalorización de las características paisajísticas, ambientales y culturales del lugar y la apuesta clara por la transformación de sus producciones para que el valor añadido no se desvíe del control de los agricultores.
Comentarios recientes
Me parece importante que tengan en cuenta a todas las comunidades de regantes de la Federación y en esta nueva etapa se pudiera dar respuestas […]
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