EL USO DE AGUA REGENERADA PARA EL RIEGO EN LA AGRICULTURA

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La escasez de agua es un desafío que afecta a millones de personas y a sectores clave como la agricultura. Frente a esta realidad, el uso de agua regenerada se está consolidando como una solución viable y sostenible para el riego agrícola. Este recurso, que resulta del tratamiento de aguas residuales para hacerlas seguras y aptas para determinados usos, ofrece múltiples beneficios, tanto ambientales como económicos, en un contexto de creciente presión sobre los recursos hídricos.

El agua regenerada es el resultado de la reutilización de aguas residuales tras someterlas a procesos de tratamiento avanzados que eliminan contaminantes, microorganismos patógenos y otros elementos nocivos. El objetivo es que pueda ser utilizada de manera segura en aplicaciones no potables, como el riego agrícola, la recarga de acuíferos o incluso en procesos industriales.

Dependiendo del nivel de tratamiento, el agua regenerada puede tener diferentes calidades, lo que la hace apta para distintos fines. En el caso del riego agrícola, debe cumplir con ciertos estándares de calidad para garantizar que no afecte a la salud humana, el medio ambiente ni a la productividad de los cultivos.

BENEFICIOS

Uno de los principales beneficios es la conservación del agua dulce. En zonas con escasez, el agua regenerada puede suplir una gran parte de la demanda hídrica para el riego, reduciendo la presión sobre fuentes como ríos, lagos y acuíferos subterráneos.

En este sentido, contribuye a la sostenibilidad ambiental al disminuir la necesidad de extraer agua de fuentes naturales, lo que puede ayudar a preservar ecosistemas acuáticos. Además, reduce la carga de las plantas de tratamiento de aguas residuales, ya que el agua se recicla en lugar de ser vertida en ríos o mares.

Además, a menudo contiene nutrientes como nitrógeno y fósforo, que son esenciales para el crecimiento de los cultivos. Al utilizarla para el riego, los regantes y agricultores pueden reducir la cantidad de fertilizantes químicos que necesitan aplicar, lo que supone un ahorro económico y una reducción de la contaminación asociada a estos productos.

Por otro lado, con el avance del cambio climático, se espera que las sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos se hagan más frecuentes e intensos. El uso de agua regenerada proporciona una fuente de agua fiable y constante, lo que ayuda a los agricultores a mantener la producción agrícola incluso en épocas de sequía.

DESAFÍOS Y CONSIDERACIONES

Aunque tiene grandes ventajas, también presenta desafíos que deben abordarse para garantizar su éxito a largo plazo. Uno de los principales problemas asociados es su salinidad. El contenido de sales puede ser más alto en comparación con el agua dulce, lo que puede afectar la salud del suelo y la productividad de los cultivos. Para mitigar este problema, es necesario llevar a cabo un control riguroso de la calidad del agua y emplear técnicas como el riego por goteo o la mezcla con agua dulce.

Además, aunque su uso puede resultar más económico a largo plazo, la implementación inicial requiere inversiones significativas en infraestructura, incluyendo sistemas de tratamiento avanzado y redes de distribución.

Otro aspecto es que, a pesar de los avances tecnológicos que garantizan la seguridad del agua regenerada, existe una percepción negativa entre algunos regantes y consumidores, quienes pueden desconfiar del uso de agua que proviene de aguas residuales tratadas. Para superar esta barrera, es fundamental realizar campañas de concienciación que eduquen sobre la seguridad y los beneficios del agua regenerada.

También cabe señalar que el uso de agua regenerada está sujeto a regulaciones estrictas para proteger la salud pública y el medio ambiente. Los estándares de calidad varían según el país o región, y en algunos casos, las barreras burocráticas pueden retrasar la adopción de esta práctica. Un marco regulatorio claro y bien definido es esencial para fomentar el uso del agua regenerada en la agricultura.

Así, en muchos países, ya se utiliza de manera exitosa para el riego agrícola. Israel, por ejemplo, es uno de los líderes mundiales en este campo, reutilizando más del 85% de sus aguas residuales tratadas para la agricultura. Otras regiones como el sur de España y California también han adoptado esta tecnología como parte de sus estrategias para gestionar la escasez de agua. En estos casos, ha permitido a los agricultores continuar produciendo alimentos incluso en condiciones de sequía extrema, asegurando la seguridad alimentaria y la sostenibilidad a largo plazo.

Por todo ello, el uso de agua regenerada para el riego agrícola es una alternativa viable y sostenible frente a la creciente escasez de agua. Si bien existen desafíos técnicos y sociales, los beneficios en términos de conservación de recursos hídricos, sostenibilidad ambiental y resiliencia climática son indiscutibles. Con las inversiones adecuadas en infraestructura, regulación y educación pública, el agua regenerada tiene el potencial de convertirse en una solución clave para el futuro de la agricultura sostenible.